Diego Simón
Este es Diego cogiendo un caracol en la pared del cementerio de Reinosa (Cantabria) donde empezamos a coger lagartijas.
José Javier Simón Alonso
Y este soy yo en el mismo sitio, bueno en esta zona hay unas zarzas y ortigas que las lagartijas aprovechan para protegerse de los intrusos como nosotros.

A Diego y a mí nos encanta coger lagartijas. No creáis que es fácil pero nosotros las tenemos muy estudiadas y conocemos donde están y cómo se esconden, así como la mejor manera de cogerlas sin hacerles daño y, por supuesto, soltarlas una vez las hemos cogido.

Vamos a hablar de las lagartijas más normales que hay en España, las que es más probable que veamos y/o cojamos saliendo al campo o en cualquier pueblo o ciudad. La más normal de todas es la llamada “lagartija hispánica o ibérica”, en latín Podarcis hispanica.

También hay otra lagartija muy común que es la llamada “lagartija colilarga”, en latín Psammodromus algirus, llamada así por la extensión de su cola, la cual supera la del propio cuerpo.

A propósito de eso, de todos es sabido la facilidad con que las lagartijas pierden su cola. En realidad no se es que se la quitemos al ponerles la mano encima, sino que son ellas mismas las que la rompen mediante un mecanismo increíble. De esta forma la lagartija se escapa y como, además, la cola sigue moviéndose durante bastante tiempo, muchas veces el animal que ha intentado cazarla queda sorprendido y sin saber qué hacer. El caso es que muchas lagartijas se salvan así de una muerte segura. Y lo más sorprendente aún es que la cola les vuelve a salir y de hecho es frecuente ver lagartijas a las cuales les ha crecido una nueva cola. Incluso este fenómeno les puede suceder más de una vez en su vida.

Sin embargo la pérdida de la cola tiene consecuencias para el animal, puesto que la nueva no es ni tan grande ni tan flexible ni resistente como la primitiva. Así que las lagartijas con segundas o terceras colas se mueven con más dificultad, regulan peor la temperatura de su cuerpo y pierden parte de su atractivo sexual, ya sean machos o hembras. Así que cuidado al capturar lagartijas, procurad hacerlo con cuidado para que no piérdan la cola y, ante la duda, mejor será dejarlas en paz y limitarnos a observarlas y hacerles algunas fotografías.

La vida de las lagartijas oscila entre los tres y los cinco años (a veces más), gran parte de los cuales los pasan hibernando en las cuevas o grietas donde habitan. No obstante, si el día es soleado, pueden salir a tomar el sol o incluso capturar algún insecto si es que los hay.

En primavera y verano se alimentan de pequeños saltamontes, escarabajos, pulgones, grillos, etc. o bien arañas, así como larvas de distintos insectos. A veces son capaces de comerse a sus propias crías si consiguen cazarlas, claro. A su vez, las lagartijas son bocado preferido de lagartos, víboras, culebras, etc. Y de aves como la urraca, los cernícalos, los alcotanes, los alcaudones, etc., o mamíferos como la comadreja, el gato montés o el propio gato doméstico.

Los machos defienden su territorio de los otros machos, pudiéndose presenciar algunas peleas espectaculares. Esto tiene lugar entre los meses de marzo y junio. Los vencedores tienen acceso a las hembras a las que prácticamente “capturan”. Estas excavan pequeños huecos en la tierra donde depositan los huevos (de 3 ó 4 hasta 15 o más, según especies) y de los que al cabo de cinco semanas o a veces hasta casi tres meses, salen unas pequeñas lagartijitas que tardan un año en hacerse mayores. En el mismo año pueden hacer dos o tres puestas.

Animales Normales - Reptiles - Lagartijas
Aquí está otra vez Diego en el mismo sitio (aunque casi no se le ve), junto a este olmo tan precioso.
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Y esta es una lagartija hispánica o ibérica a la puerta de su cueva en un soleado día de verano.
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Lagartija colilarga que vimos en Extremadura, en las estribaciones de la Sierra de Gredos.
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Lagartija roquera en la grieta de un muro.
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Aquí teneis un macho de esta especie tomando el sol sobre una piedra.

Y por último hablaros de otra lagartija muy común en nuestro país que se llama “lagartija roquera”, no porque le guste el rock sino porque suele vivir sobre las rocas o muros. Su nombre científico es Podarcis muralis y su aspecto lo podéis ver en la primera foto de este bloque.

Es característico su colorido a base de manchas blancas, negras y pardas que dan a su piel un aire de “leopardo”, muy típico de esta especie.

Del mismo género es la llamada «lagartija de Bocage» (Podarcis bocagei), que solo la hay en Galicia y algunas zonas del norte de España y Portugal. Se alimentan de animalitos terrestres (arañas, saltamontes, escarabajos, etc.) y a su vez son presa de serpientes y cernícalos.

Para terminar una recomendación: observad las lagartijas porque sus movimientos son muy curiosos y a veces tan rápidos que no parece que sean reptiles. Si tenéis suerte podréis ver como son capaces de cazar algún insecto, incluso volador. Y si os decidir a capturar alguna, hacedlo siempre con cuidado, procurad que no tenga que desprenderse de la cola y, una vez que la hayáis visto con detenimiento y hecho alguna foto, soltadla en el mismo sitio donde la habéis cogido.

Es lo menos que podemos hacer con unos animales que llevan en nuestro planeta más de 50 millones de años, cuando nosotros apenas llevamos dos. ¡Recordad que provienen nada menos que de reptiles de la época Terciaria que empezó hace 65 millones de años!

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En este dibujo se pueden ver los huevos de los que están empezando a salir las pequeñas lagartijas.
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Lagartija ibérica en manos de Diego, poco antes de ser liberada.

Nota: La foto de la lagartija roquera la hizo un gran fotógrafo de la naturaleza llamado Álvaro Oporto y el dibujo es de Elena Padró y Miquel Zabala que hacen las ilustraciones de una fenomenal colección de libros que se llama VIVAC y los publica la Editorial Teide.