Este caracol lo podemos encontrar en muy distintos sitios pero en todos ellos debe haber humedad y vegetación. Es muy frecuente en parques y jardines, en zonas de setos o de hiedra, sobre todo si vamos por la tarde o incluso anochecido. También después de llover es un buen momento para encontrarlos.
Los caracoles pasan gran parte de su vida dentro de la concha, protegidos por una película de su famosa “baba” que se seca al contacto con el aire y se pega a la pared, la hoja o el tronco donde hayan decidido “acampar”. También pueden hacerlo a unos centímetros por debajo del suelo. Cuando las condiciones son favorables rompen la protección y salen a “caminar”, eso sí, sin prisas, arrastrándose tranquilamente sobre su musculoso pie gracias a las contracciones laterales de éste. Pueden andar sobre el filo de un cuchillo o incluso una hoja de afeitar, pero no pueden hacerlo sobre polvo porque les faltaría apoyo para su musculoso “pie” y su baba no les serviría para deslizarse.
Para lo que sí les sirve, aparte de para suavizar su camino, es para curarse de posibles heridas y librarse tanto de infecciones de bacterias u hongos como de las hormigas.
Por delante del caracol van sus dos ojos situados sobre las antenas y debajo de la boca dos palpos con los que ir tanteando el terreno y oliendo a la vez. Así van descubriendo los vegetales de los que se alimentan. Si decidís tener algún caracol en casa (como hacía yo de pequeño) no le deis de comer lechuga porque les causa diarrea. Es mejor la coliflor o el repollo. Y puede ser una mascota longeva para su tamaño puesto que suelen vivir de 4 a 5 años.
En estado salvaje su vida está amenazada por pesticidas y herbicidas que los labradores suelen echar en sus cultivos para protegerlos de las plagas, pero también hay animales (aparte de los humanos) que se los comen. Por ejemplo las serpientes, los sapos, las tortugas, algunas aves tanto terrestres como acuáticas, algunos escarabajos e incluso caracoles de otras especies.
La concha es fundamental para la vida del caracol de forma que si se rompe muere en poco tiempo, aunque si la fractura no es muy grande puede regenerarse. En caso de que cojáis un caracol y queráis lanzarlo hacia una zona donde esté más protegido, hacedlo siempre con la seguridad de que caerá en terreno blando, sobre césped o plantas para que la concha no se rompa.
Diego y yo solemos hacerlo cuando vemos que hay caracoles por algún camino de parque o jardín (por ejemplo después de llover) y queremos evitar que alguien los pise.