Un día estábamos en la finca que nuestros amigos Marimar y Jesús tienen cerca del final de la Sierra de Gredos en Extremadura cuando una libélula grande y azul empezó a revolotear cerca del riachuelo que bordea la casa.
A Diego le llamó la atención y puso su mano a ver si había suerte y se paraba en ella. Y allí que se posó a la vez que yo, que tenía la cámara preparada, me acerqué y pude hacer la foto que aquí veis.
La verdad es que salió bastante bien y fue una serie de casualidades que no es normal que se den porque ya es difícil que una libélula se te pose en la mano, pero si encima tienes la cámara de fotos lista y la foto sale, la cosa es como para alegrarse.
Y eso es lo que hacen las libélulas: alegrar los sitios por los que pasan con su vuelo de sube y baja, como si fuesen helicópteros. Tienen práctica porque llevan haciéndolo muchísimos años ya que son uno de los grupos de animales más antiguos sobre la Tierra.