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Sapos
Hay un hotel en el pueblecito de Nerja, en la provincia de Málaga al que solemos ir. Se llama “Paraíso del mar” y desde luego que lo es para estos animalitos con tan mala fama como son los sapos. A los sapos se les ha asociado con todos los males, desde ser animales malignos hasta traer mala suerte, así como ser portadores de enfermedades, eso sin olvidar lo del veneno: “que asco, no lo toques que son venenosos”, se suele decir a los niños. Nada de esto es cierto, salvo que la piel de algunas especies tiene algunas glándulas venenosas siempre que se ingiera el animal por lo que algunos animales como las nutrias optan por quitársela antes de comerlos. En general no son buenas presas porque su sabor no suele ser agradable y ello les salva de no pocos problemas con otros animales como zorros, lobos, perros, gatos, etc. que conocen ya desde pequeños lo poco sabroso que puede ser un sapito. Pero lo cierto es que estos son animales encantadores y totalmente pacíficos, que viven en todo tipo de zonas porque solo necesitan el agua para la reproducción. Diego y yo los encontramos en el hotel que os decíamos en el que hay un jardín precioso, con árboles y arbustos de los más variados como podéis ver en estas fotos:
Lo peor es cuando tienen que trasladarse porque ahí es cuando pueden morir atropellados por los coches al atravesar alguna carretera o bien encontrarse con alguien que piense que los sapos son animales repugnantes a los que hay que eliminar. No es el caso de los sapitos de este hotel donde el jardinero, Antonio, sabe lo beneficiosos que son para las plantas al librarles de orugas, insectos o lombrices que, en exceso, podrían ser perjudiciales para las plantas del jardín. Así que no pone herbicidas ni insecticidas en el agua para que el terreno no se envenene y los sapos puedan vivir allí sin ningún problema. Cosa que hacen unos cuantos años porque pueden llegar a cumplir10 o incluso 15 según las especies. Y también depende de la suerte que tenga cada uno de ellos, claro. Porque aparte los que atropellan los coches, se los comen las cigüeñas, los milanos o los cárabos (nocturnos como ellos). Eso a los mayores, porque a las crías se los pueden comer los patos o incluso las larvas acuáticas de escarabajos o libélulas. Por cierto una “táctica” para intentar defenderse –los adultos, claro- es hincharse de aire como si fueran globos para parecer mayores y quedarse muy quietos. A veces también emiten unos sonidos tipo “bufido” (quizás de de ahí su nombre científico “Bufo”) para intentar asustar al posible predador. Pero si ven que esto no da resultado optan por la huída. Normalmente caminan a cuatro patas pero también pueden dar saltos, como vemos en las siguientes fotos:
Esta especie de sapo de la que os estamos hablando es la llamada “sapo común”, en latín “Bufo bufo”, pero también hay otras especies de sapos en nuestro país como son el sapo corredor (“Bufo calamita”), el sapo partero ( “Alytes obstetricans”) y el sapo verde (“Bufo viridis”). Este último se encuentra solo en las Islas Baleares.
Esta especie de sapos depende del agua más que otras, por lo que siempre se les encuentra cerca de charcas o estanques. Por cierto hay una leyenda en estas islas de que los días de lluvia “caen sapos del cielo”. En realidad lo que ocurre es que al llover se ponen en marcha y salen de sus escondites por lo que parece que “llueven sapos”. El sapo corredor se llama así porque tiene las patas traseras más cortas que sus congéneres lo que le impide saltar. Lo podéis encontrar en todas las regiones excepto en las islas y la cornisa cantábrica, siendo capaz de vivir tanto a nivel del mar como en zonas de montaña, valles, etc. Al igual que el verde, tiene glándulas por las que segrega una sustancia tóxica cuando se ve amenazado, lo mismo que a través de su piel. Eso le hace ser respetado por sus predadores pero si lo tocáis hay que lavarse muy bien las manos inmediatamente. A pesar de ser un anfibio, los adultos no saben nadar e incluso pueden ahogarse en el agua que solo frecuentan para reproducirse.
El “noviazgo” de los sapos es muy ruidoso y aparatoso porque los machos se congregan alrededor de la charca defendiendo cada uno su territorio y cantando de forma estridente para que las hembras se aproximen. Después de una parada nupcial donde el macho se sube encima de la hembra y la sujeta por debajo de los hombros, esta deposita los huevos en una especie de rosario de cuentas oscuras que flota en el agua y donde el macho se aproxima para depositar su esperma y que los huevos queden fecundados. Lo cierto es que en esos días se forma en la charcas un buen jaleo hasta que tras las puestas los adultos se van retirando poco a poco (los machos son los últimos porque siempre esperan que otra nueva hembra se les aproxime) y la calma vuelve a reinar, lo que favorecerá que los huevos sigan su desarrollo.
Diego y yo descubrimos una charca artificial en el parque del Palacio de la Magdalena, en Santander en donde había en verano decenas de pequeños renacuajos negros que eran crías de sapo.
Sin embargo los sapos parteros viven menos que los otros, máximo cinco años, y son mucho más terrestres que las otras especies, pudiendo vivir en muy distintas zonas tanto a nivel del mar como en zonas montañosas. Cuando veáis un sapo, sea de la especie que sea, por favor no os asustéis ni penséis que es un animal repugnante ni maligno. Observadle porque es muy curiosa su forma de desplazarse y, si tenéis paciencia, incluso podéis verle comer alguna de sus presas favoritas. Aprovechamos para deciros que su lengua se proyecta desde la base de su boca y alcanza a su presa que se queda pegada a la misma. ¡Y no digamos si coincidís con alguna charca donde estén reproduciéndose…!!! Entonces el espectáculo está garantizado y lo pasareis muy bien observando las “bodas” de los sapitos. Por último, si os atrevéis a coger alguno, hacedlo con cuidado, tanto si son crías como adultos, soltadle enseguida en el mismo lugar donde estaba y lavaros las manos ya, sobre todo si se trata de un sapo verde o corredor. Esperamos que hayáis aprendido alguna cosa más sobre los sapos, estos animalitos tan curiosos en sus costumbres y tan beneficiosos para el campo y los jardines. Así que, por nosotros, ¡que vivan los sapos!
Nota: Os recomendamos la página web www.sierradebaza.org que la hacen Javier Benavides, Javier Fuentes y el antes citado Eduardo Escoriza (el de la foto del sapo corredor). De verdad que está fenomenal y podéis aprender muchas más cosas sobre la vida de estos anfibios. La foto de la puesta la hemos sacado de la página “elestanque.com” y la foto del sapo partero es de un biólogo valenciano llamado Salvador Colvée que la tiene en una página web donde hay magníficas fotos de la naturaleza y que se llama “fotonatura.org”. |
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