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Caracoles
Ya en el primer capítulo dedicado a las lagartijas os hablábamos de que en la pared donde las cogíamos había también caracoles. Pero este no es el único sitio donde los hemos cogido. También en el Parque del Retiro de Madrid, justo detrás de la zona donde estaban las “fieras” del antiguo zoo Diego y yo hemos cogido estos animalitos de los que os vamos a hablar ahora. Como seguramente sabéis pertenecen al grupo de moluscos llamados “gasterópodos” que quiere decir “estómago en los pies”. Y es que los caracoles arrastran su zona blanda donde se encuentra entre otros órganos el estómago.
Hay muchos tipos y especies de caracoles, pero aquí solo hablaremos de los más normales, es decir, de los que os podéis encontrar paseando por el campo. El más frecuente es el caracol común llamado por los científicos “Helix aspersa”. Lo de “hélix” es porque la concha va formando una hélice a medida que crece. Este caracol lo podemos encontrar en muy distintos sitios pero en todos ellos debe haber humedad y vegetación. Es muy frecuente en parques y jardines, en zonas de setos o de hiedra, sobre todo si vamos por la tarde o incluso anochecido. También después de llover es un buen momento para encontrarlos.
Para lo que sí les sirve, aparte de para suavizar su camino, es para curarse de posibles heridas y librarse tanto de infecciones de bacterias u hongos como de las hormigas. Por delante del caracol van sus dos ojos situados sobre las antenas y debajo de la boca dos palpos con los que ir tanteando el terreno y oliendo a la vez. Así van descubriendo los vegetales de los que se alimentan. Si decidís tener algún caracol en casa (como hacía yo de pequeño) no le deis de comer lechuga porque les causa diarrea. Es mejor la coliflor o el repollo. Y puede ser una mascota longeva para su tamaño puesto que suelen vivir de 4 a 5 años. En estado salvaje su vida está amenazada por pesticidas y herbicidas que los labradores suelen echar en sus cultivos para protegerlos de las plagas, pero también hay animales (aparte de los humanos) que se los comen. Por ejemplo las serpientes, los sapos, las tortugas, algunas aves tanto terrestres como acuáticas, algunos escarabajos e incluso caracoles de otras especies. La concha es fundamental para la vida del caracol de forma que si se rompe muere en poco tiempo, aunque si la fractura no es muy grande puede regenerarse. En caso de que cojáis un caracol y queráis lanzarlo hacia una zona donde esté más protegido, hacedlo siempre con la seguridad de que caerá en terreno blando, sobre césped o plantas para que la concha no se rompa. Diego y yo solemos hacerlo cuando vemos que hay caracoles por algún camino de parque o jardín (por ejemplo después de llover) y queremos evitar que alguien los pise. La reproducción de los caracoles es muy curiosa porque todos ellos son a la vez machos y hembras. Los científicos los llaman por ello “hermafroditas”. El cruzamiento de los caracoles es bastante lento, se lo toman con tranquilidad de manera que puede durar de 10 a 12 horas. Primero hay un “coqueteo” que se suele llamar “danza” y que dura una media hora. Luego se intercambian lo que se llaman “dardos del amor” que son unas puntitas que se clavan uno a otro cargadas de hormonas y que estimulan la cópula que es cruzada: cada pene se introduce en la vagina del otro/a y le deposita allí un "espermatóforo" o bolsa donde va el semen, todo ello a la altura del cuello de ambos.
Entre 15 días o un mes después del acoplamiento, cada caracol hace un pequeño agujero en la tierra (de unos 4 cm.) y pone allí de 50 a 100 huevos. Eso la primera vez, luego suelen poner más, de 100 a 150, haciendo tres posturas a lo largo del año. Cada una de ellas le lleva al animalito de 1 a 2 días y de los huevos saldrán los pequeños caracolitos al cabo de 18 o 20 días. Pero hasta dentro de unos cuantos días no salen del agujero, siendo uno de ellos el que hace un pequeño túnel por el que salen todos los demás. Al cabo de unos cuantos meses (entre 6 y 12) los caracoles jóvenes estarán en condiciones de reproducirse.
Actualmente los caracoles también se crían para extraer de ellos la llamada “baba” que se ha descubierto posee unas propiedades terapéuticas importantes, sobre todo para la piel. Un caracol parecido al que hemos descrito antes es el llamado “caracol de Borgoña” o “Helix pomatia” muy frecuente en Francia.
A lo mejor compráis baba de caracol para la piel. O los probáis en un guiso exquisito. En esto último me habréis superado porque yo he sido incapaz de hacerlo. ¿Será porque cuando era un niño me encantaba tenerlos en casa y alimentarlos hasta que terminaba soltándolos en el jardín del colegio?
Nota: El esquema del caracol es de un antiguo libro de texto de la Editorial ECIR (los utilizaba cuando era profesor de Naturales). Hemos consultado las páginas web “benditos caracoles” (donde se explica la forma de criarlos), “gireaud.net” (donde vienen muchas especies con fotos), “alaquarium.net”, “bichos.com”, “visualcom.es” (donde cuentan muy bien su vida) y Wikipedia. De la última hemos sacado la foto de “Helix pomatia”, así como el dibujo y la foto de la reproducción y de la penúltima la del caracol “enfadado”. |
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